
LA PAPA
DE HORTENSIA
A los lados de las vías del ferrocarril que pasan tras el viejo Parque Las Heras (antiguamente Parque Elisa, diseñado por Blaquie Belair) solía haber cruces que señalaban o recordaban accidentes fatales, ocurridos en sus cercanías. Junto a esas cruces, se hallaban nichos u hornacinas para colocar velas “a las animas” costeadas con las monedas depositadas por los creyentes, depositadas en envases de hojalata, que como alcancías estaban a los pies de dichas cruces.
A estas alcancías, solía arrimarse con asiduidad aquella conocida y popular mujer, que un día lejano apareciera de Córdoba, con su particularisimo pregón: "Vendo cabecitas de papas de hortensia" y que luego le quedaría de apodo.Pues esa voluminosa señora, autora de tantos dichos y cuentos, nacidos de su excepcional modo de ser y vivir; tenia la costumbre de sacar las monedas que contenía el recipiente de aquella cruz.Cierto día una vecina la sorprendió en esa situación e indignada por lo que consideraba “profanación a las cosas del más allá”, le reprochó a la “Papa de Hortensia” por su conducta (para ella inconcebible). He aquí lo interesante del caso, la popular “Papa de Hortensia”, le contestó a su interpelante, que “no le robaba al finadito”, ni mucho menos. Simplemente le pedía prestado las monedas, tan sólo hasta el domingo próximo, en el que se las devolviera.No habiendo creído estas palabras de nuestra conocida y popular figura, la vecina se olvido del asunto. Dicen que al pasar los días, llego el domingo y esa misma vecina, experimento una gran sorpresa, al comprobar que allí junto a la cruz, estaba la “Papa de Hortensia”. Pero ahora, estaba devolviendo al finadito las monedas que le había pedido en aquella oportunidad, prestado. No sin antes agradecerle el favor, mientras la iba depositando en la alcancía.
A propósito de la “Papa de Hortensia”, en la desaparecida Compañía Constructora de Tranvías de Córdoba, cuyos coches dejaron de circular en la madrugada del martes 9 de octubre de 1962, existía en su reglamentación un dispositivo estatutario que prohibía el ascenso a sus vehículos de la “Papa de Hortensia” u otros personajes de similares características psíquicas.
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